22 may 2014

"Conciencia y movimiento"

El siguiente texto fue extraído del libro"Ejercicios de imaginería Zen" de Shizuto Masunaga y Stephen Brown, de Editorial Edaf, colección Nueva Era.

        “Nuestro cuerpo es capaz de mantener un saludable equilibrio de la actividad fisiológica cuando cada meridiano ejecuta su función o papel apropiado y para que esto suceda ki, o la energía vital, debe circular constantemente a través de cada uno de los meridianos y en una secuencia ordenada. Se produce la enfermedad cuando hay un estancamiento  de ki en algún lugar del curso de estos meridianos.  Aunque se haga algo para mejorar la fluencia de esta energía en el punto de estancamiento, en tanto y en cuanto no se elimine la causa básica del estancamiento la enfermedad se reproducirá, pues no se ha eliminado la causa raíz del problema. Al encontrar una solución rápida que elimina los síntomas en el área afectada puede parecernos que el problema se ha solucionado,  pero esto no se puede considerar como un auténtico estado de salud.
        Los ejercicios de imaginería se realizan en una secuencia específica para facilitar la fluencia de ki en el orden apropiado a través del cuerpo. El principal órgano responsable de la circulación de ki es el corazón, considerado en la medicina oriental como el soberano de todos los órganos. La función del corazón puede considerarse como similar a la conciencia de un individuo *. La conciencia actúa uniendo muchos elementos diferentes de manera que formen una totalidad unificada. La conciencia actúa como el centro hacia el que son atraídos los diversos componentes, organizándose a su alrededor para trazar una distinción entre el ser y el no-ser. Cuando trazamos un círculo, usualmente decidimos primero el centro, y luego trazamos a su alrededor el círculo. Sin embrago, en el caso de un organismo el centro y la periferia se forman simultáneamente.
        Los organismos unicelulares son una combinación de muchos componentes distintos, pero los organismos multicelulares, compuestos de muchas células, son también capaces de funcionar como una unidad orgánica por causa de una conciencia que las une en un organismo. Podemos compara estos con la imagen de de un gran número de personas trabajando con el mismo propósito, o de personas que se unen para volverse “unas de cuerpo y espíritu”. Instinto es una de las palabras utilizadas para este aspecto unificador de la conciencia, que es un rasgo innato en los animales.  Jean Henry Faber (1823 – 1915), que estudió los insectos con conducta instintiva compleja, observó muchas cosas que incluso le parecían milagrosas. Pero descubrió también que introduciendo algún obstáculo improbable en el entorno de los insectos conseguía que su instinto se perdiera completamente. Faber dio a esto el nombre de “ignorancia del instinto”. Los instintos son ignorantes porque aquellas cosas que no es probable que se produzcan en la naturaleza no se tienen en cuenta. Los instintos sólo funcionan para asegurar la supervivencia de la especie como totalidad en un entorno dado  y bajo condiciones específicas.
        La vida, que se ha originado como una faceta de la naturaleza, fue dotada quizá con la capacidad de servir como parte integrante de la totalidad de la naturaleza uniendo elementos separados. La capacidad especial de distinguir una parte de la totalidad creció con el desarrollo de la conciencia, y comenzaron a aparecer sobre la tierra organismos que podían adaptarse libremente a las contingencias gracias a la modificación de su conducta, que les llevaba a ajustarse a las circunstancias. Esa es la función de nuestra conciencia. La presencia de la conciencia es más pronunciada en los animales superiores, pero nadie puede decir realmente que las formas de vida inferiores no la tenga en alguna medida.  De todos modos, en el caso de los seres humanos la mente consciente –esa parte de la conciencia que ha servido a las necesidades de la totalidad-  se desarrolló hasta el punto de llegar a dominar sobre la conciencia instintiva. Mediante el trabajo de la conciencia humana, se crearon cosas que nunca habían existido en la naturaleza, y la socialización, el lenguaje y la especialización en el trabajo condujeron finalmente a la creación de la civilización.  Sin embargo, hoy en día, las creaciones del hombre, habiendo llegado demasiado lejos en la dirección de la mente consciente, se van alejando cada vez más de la esencia de la vida.
        La vida surge originalmente en un lugar donde no hay vida, y con el tiempo vuelve a un lugar donde ya no existe la vida. Este proceso de creación y destrucción podría considerarse como la función de la vida. El papel o significado de algo identificado como una parte separada sólo queda completamente claro cuando es percibido como una parte de la totalidad. Sin embargo, nuestra mente consciente ha predominado sobre la conciencia (la parte de nuestra mente que actúa para crear una totalidad) y ha llegado a considerarse a sí misma como la dueña de la conciencia.  Las áreas que están más allá de los objetivos de nuestra mente consciente se han definido como nuestro inconsciente. Y nuestra conciencia, que está relacionada en gran parte con el inconsciente, parece funcionar más eficazmente como coordinadora e integradora cuando no está atada por las limitaciones de nuestra mente consciente.
        Como las palabras se desarrollaron por la necesidad de la mente consciente de distinguir las cosas, es natural que convenga más para explicar los asuntos pertenecientes a la esfera de la mente  consciente. Ser lógico es ser coherente con los conceptos verbalizados, y el pensamiento racional tiene lugar dentro del medio de las palabras. Las expresiones utilizadas por los occidentales son convenientes para explicar el mundo físico porque el ser y los otros se distinguen claramente. En japonés, sin embargo, las expresiones tienden a enfatizar el significado interior, o el “corazón” de las cosas, por lo que ese significado resulta a veces vago para los extranjeros.  A pesar de ello, hay ocasiones en las que una utilización menos rígida de las palabras resulta más útil, pues puede ser un medio de comunicación corazón a corazón que transmita cosas que estén más allá de las palabras.
        Los movimientos se ejecutan siempre como una secuencia total de acciones, y por tanto son en gran parte inconscientes.  Aunque el término “movimientos inconscientes” pueda sugerir los de un borracho o un sonámbulo, lo que se quiere decir es que la mente consciente normalmente  sólo dirige el principio y el final de los movimientos, sin implicarse en la ejecución de todos los detalles de éstos. La mente consciente sólo funciona en una gama espacial  limitada y actúa principalmente en estructuras de tiempo fijas. Nuestra mente tiene que esforzarse mucho para seguir los detalles más sutiles de nuestro movimiento a través de una secuencia de tiempo continua.
        Cuando aprendemos una nueva serie de acciones, primero desglosamos en parte todas las secuencias para que cada una de ellas pueda ser aprendida individualmente, pero no puede decirse que las acciones hayan sido aprendidas hasta que una persona pueda realizarlas todas juntas como una totalidad sin una deliberación consciente. Los movimientos que siguen siendo controlados por la mente consciente no han perdido su dificultad, mientras que los movimientos a los que estamos acostumbrados son más suaves y requieren un esfuerzo mínimo.
         La mente consciente actúa, casi en contra de la naturaleza, distinguiendo las partes, y de ese modo hemos podido adaptarnos a situaciones raras que nunca se habrían producido en circunstancias normales. No obstante, si  una habilidad adquirida se utiliza repetidamente hay que eliminar el elemento consciente para que la habilidad se vuelva habitual e inconsciente.  Muchos suponen que los músculos que están bajo nuestro control voluntario se mueven obedeciendo a nuestra voluntad. Pero para realizar movimientos delicados se requiere la participación inconsciente de muchos músculos, pues en un momento dado no podemos controlar  todos y cada uno de los músculos. Un grupo de movimientos sólo se perfecciona una vez que todo movimiento individual ha sido integrado en el proceso total.
         Cuando se dice que un ejercicio debe realizarse rítmicamente o en equilibrio, o con un movimiento fluido,  lo que se quiere decir es que el ejercicio se debe practicar menos conscientemente. La mente consciente se puede emplear para aprender movimientos nuevos basados en un nivel específico que trata de tener un efecto específico. Esos ejercicios pueden parecer al principio útiles y eficaces, per están apartados de la esencia verdadera de los movimientos. La motivación para hacer ejercicio puede variar, pero todo individuo debe experimentar la unidad esencial para permitir la espontaneidad sin la necesidad de ser consciente de toda diminuta distinción. Idealmente los movimientos deben repetirse para que los detalles se aprendan naturalmente mientras se ejecutan, para que se vuelvan parte de uno mismo.
        Es este un punto importante con respecto al cual se han equivocado la mayor parte de los libros de ejercicios. No hay que culpar a los autores de esos libros, pues el elemento intelectual  de la sociedad enfatiza la necesidad de una explicación lógica y comprensible. Por ello la explicación de los ejercicios se basa invariablemente en los principios de la psicología y la medicina occidentales. Muchos autores de libros de ejercicios sin duda tomaron conciencia de que algunos aspectos de esas explicaciones racionales no se conformaban exactamente a su propia experiencia.  Sin embargo, quizá porque tuvieran mucha confianza en sus métodos, los autores dejaron que el lector llenara los vacíos. Por eso la mayoría de las personas que leen libros no reconocen nunca la verdadera causa de esta discrepancia entre comprensión y práctica.”
  
   *La palabra conciencia se utiliza en este libro como traducción de la palabra japonesa kokoro, que se refiere también a la mente y emociones propias. En lo ejercicios de imaginería, kokoro hace referencia al raso esencial de todas las formas de vida que integran un organismo en una totalidad y le permiten funcionar como individuo.

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