18 mar 2014

"No paséis los días y las noches en vano"

     El siguiente párrafo fue extraído del libro “Corrientes que fluyen en la oscuridad: El Sandokai a la luz del budismo zen”, editorial Oniro.
 
     Los textos que componen la presente obra corresponden a las charlas que el gran maestro zen Shunryu Suzuki dio en el Centro Zen de San Francisco, durante el verano de 1970, sobre el Sandokai de Sekito Kisén, poema del siglo VIII de difícil comprensión para los occidentales y que constituye uno de los textos fundamentales del zen. El Sandokai aborda cuestiones tan complejas como la paradójica coexistencia de la unicidad y la multiplicidad de las cosas, que el maestro vuelve sencillas y asequibles con sus sagaces comentarios, no exentos de humor.

     "La práctica nada tiene que ver con lejos o cerca, pero si os confundís, montañas y ríos obstruirán vuestro paso.
A vosotros que estudiáis el misterio, os apremio respetuosamente: no paséis los días y las noches en vano.

     La práctica nada tiene que ver con lejos o cerca. Esto es muy importante. Cuando os involucráis en una práctica egoísta lo hacéis con la idea de alcanzar algo. Cuando os esforzáis por alcanzar un objetivo  o la iluminación, abrigáis sin duda la idea “Estoy lejos de mi objetivo” o “Casi lo he alcanzado”. Pero si realmente estáis practicando la vía, la iluminación se encuentra en el lugar donde estáis, aunque quizás os resulte difícil de aceptar. Cuando practicáis zazen sin una idea de alcanzar algo, la iluminación está presente.
     Dogen Zenjí explicaba que en una práctica egocéntrica hay iluminación y hay práctica: la práctica y la iluminación son unos eventos  que encontraremos en nuestra vida. Pero cuando comprendemos que la práctica y la iluminación son unos eventos que aparecen en el reino del gran mundo del Dharma, entonces la iluminación es un evento que expresa el mundo del Dharma y la práctica es también un evento que expresa el mundo del Dharma. Si ambos expresan o sugieren el gran mundo del Dharma, en ese caso no tenemos por qué desanimarnos si no alcanzamos la iluminación. Ni tampoco hemos de sentirnos extremadamente felices si la alcanzamos, porque no hay diferencia alguna entre una cosa y la otra. La práctica y la iluminación tienen el mismo valor.
Si la iluminación es importante, la práctica también lo es. Al comprenderlo en cada paso que damos, la iluminación está presente. Pero no hay por qué excitarse por ello. Paso a paso seguimos llevando a cabo nuestra interminable práctica, apreciando el gozo del mundo del Dharma. La práctica basada en la iluminación, la práctica más allá de nuestra experiencia de lo bueno o lo malo, más allá de la práctica egocéntrica, consiste en esto.
En mi última charla hablé sobre la sentencia de Sekito: “Si no sois capaces de comprender la vía que tenéis delante ¿cómo podréis reconocerla al caminar por ella?”. Veáis lo que veáis es el tao. Aunque practiquéis si no lo comprendéis, vuestra práctica no os funcionará. Ahora Sekito dice que si practicáis la vía en su verdadero sentido, no habrá ningún problema acerca de estar lejos de la meta o a punto de llegar. La práctica de un principiante y la de un gran maestro zen no son distintas. Pero si os implicáis en una práctica egocéntrica, eso es vivir en un estado de ilusión.
     En la siguiente línea Sekito dice que si practicáis la vía con una sensación dualista respecto a la práctica y la iluminación, los obstáculos que se interpondrán en vuestro camino os alejarán del tao y serán tan enormes como si hubieras de cruzar montañas y ríos.
Luego dice “A vosotros que estudiáis el misterio, os apremio respetuosamente: no paséis los días y las noches en vano”: Koin munashiku wataru koto nakare. Ko significa aquí “rayo de sol” e in, “sombra”, Koin significa por tanto “día y noche” o “tiempo”. Wataru significa “dedicar” o “pasar”. Nakare significa “no” y munashiku “en vano”. “No paséis los días y las noches en vano”, quiere decir “no holgazanéeis”.   
Shunryu Suzuki
Aunque a veces trabajéis duramente, podéis estar malgastando vuestro valioso tiempo sin hacer realmente nada. Si no sabéis lo que estáis haciendo, un maestro zen podría deciros:
”¡Oh estás malgastando el tiempo!”. Y vosotros responder “no es cierto, me estoy esforzando mucho para poder ingresar diez mil dólares en mi cuenta de ahorros”, pero para un maestro zen esta actividad quizá no tenga demasiado sentido y aunque trabajéis arduamente en Tassajara durante el período de trabajo, no significa siempre que estáis haciendo lo adecuado. Si holgazaneáis  estáis perdiendo el tiempo y aunque trabajéis arduamente puede que también lo estéis perdiendo. Para vosotros es como una especia de koan.
     “Cada día es un buen día”. Este famoso koan no significa que no debáis quejaros si  tenéis algún problema, sino que “No dejéis que el tiempo pase en vano”. Yo creo que la mayoría de la gente está dejando pasar el tiempo en vano. Uno podría decir “No es así, siempre estoy ocupado en algo”, pero esta respuesta es sin duda una señal de estar malgastando el tiempo. La mayoría de la gente actúa con algún propósito, como si supiera lo que está haciendo. Pero aunque sea así, no creo que comprenda adecuadamente a la actividad que se dedica.
     Cuando hacéis algo con un propósito basado en alguna evaluación de lo que es útil o inútil, bueno o malo, más o menos valioso, no estáis comprendiendo a la perfección vuestra actividad. Pero cuando hacéis las cosas que necesitan hacerse sin que os importe si los resultados serán buenos o malos, o un éxito o un fracaso eso es una verdadera práctica. Si hacéis las cosas no por el Buda, ni por la verdad, ni por vosotros mismos, ni por los demás, sino por el simple hecho de hacerlas, eso constituye la verdadera vía.
No puedo explicároslo demasiado bien. Quizá es mejor que no hable tanto. No debéis hacer las cosas porque os sintáis bien al hacerlas ni dejar de hacerlas porque os hagan sentir mal. Tanto si os sentís bien como mal, hay algo que debéis hacer. Si no tenéis esta sensación al hacer algo, no habréis empezado a seguir la vía en el verdadero sentido de la palabra.
     Ignoro por qué estoy en Tassajara: no estoy aquí por vosotros, ni por mí, o ni siquiera por el Buda o el budismo. Simplemente estoy aquí. Pero cuando pienso que he de irme de Tassajara dentro de dos o tres semanas, no me siento bien. No sé por qué. No creo que sea sólo por dejaros a vosotros, que sois mis estudiantes. No hay ninguna persona en especial a la que yo quiera mucho. No sé por qué he de estar aquí. Y no es porque me sienta apegado a Tassajara. En el futuro no espero nada en cuanto a un gran monasterio o al budismo. Pero no quiero pasar mi vida en el aire. Quiero estar aquí mismo. Ir por mi pié.
     La única forma de ir por mi pié cuando estoy en Tassajara es sentarme en zazen. Por eso estoy aquí.  Para mí ir por mi pié y sentarme sobre mi cojín negro es lo más importante. Sólo confío en mis pies y en mi cojín negro. Son mis amigos, siempre. Mis pies son siempre mis amigos. Cuando estoy en la cama, la cama es mi amiga; no Buda, ni budismo si zazen. Si me preguntarais “¿Qué es el zazen para ti?”, os respondería “Sentarme sobre mi cojín negro” o “Andar con mis pies”. Mi zazen es estar en este momento en este lugar. Para mí no hay ningún otro zazen. Cuando realmente voy por mi pie no estoy perdido. Para mí el nirvana es esto. No es necesario viajar ni cruzar montañas o ríos. Como estoy aquí mismo, en el mundo del Dharma, no he de cruzar montañas o ríos. Así es como no malgastamos el tiempo. Hemos de vivir cada momento, sin sacrificar este momento pensando en el futuro.
     En la China en la época de Sekito el budismo zen era muy polémico. Siempre había alguna controversia relacionada con las enseñanzas. Había muchas escuelas del zen y a menudo solían enzarzarse en disputas. Y como albergaban unas ideas sobre la enseñanza correcta y la incorrecta, o sobre la enseñanza tradicional y la herética, se olvidaron de lo más importante de la práctica. Por eso Sekito dijo: “No paséis el tiempo en vano”. No sacrifiquéis la práctica real por una idealista, intentando alcanzar algún tipo de perfección o de adquirir la comprensión tradicional enseñada por el Sexto Patriarca.  
     Los discípulos del Sexto Patriarca compilaron el Sutra del Sexto Patriarca en distintas versiones y cada uno dijo: “Esta versión es la vía del Sexto Patriarca. Los que no tengan esta obra no son descendientes del Sexto Patriarca”. En aquella época prevalecía esta comprensión del zen. Por eso Sekito dijo: “A vosotros que estudiáis el misterio, os apremio respetuosamente: no paséis los días y las noches en vano”. No quedar atrapado en alguna idea, en alguna comprensión egoísta de la práctica o de las enseñanzas es seguir la práctica correctamente.
    A veces a esto se le llama “la práctica de pulir tejas”. Normalmente son los espejos los que se pulen. Pero si alguien se pone a pulir una teja quizá os burléis de esa persona. Pero una teja al pulirla brilla. Alguien podría decir “¡Oh no es más que una teja! Nunca será un espejo”. Esta es la práctica de los que se rinden fácilmente pensando “Como no puedo ser un buen estudiante zen, dejaré de sentarme en zazen”. No se dan cuenta de que una teja es valiosa, a veces más valiosa que un espejo. Nadie puede darse el lujo de construir un tejado con espejos. Las tejas son muy buenas para construir los tejados, al igual que un espejo es importante para contemplarse en él. La práctica de pulir tejas es eso.
     Como ya sabéis hay una famosa historia sobre Nangakú, un discípulo del Sexto Patriarca, y sobre Basó, su discípulo. Un día mientras Basó estaba practicando zazen, Nangakú pasó por allí y le preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
-Estoy practicando zazen
-¿Y por qué lo haces?
-Para convertirme en un buda
-¡Ah! Está muy bien que intentes convertirte en un buda –dijo Nangakú y entonces cogió una teja y empezó a pulirla frotándola contra una piedra.
Basó movido por la curiosidad le preguntó:
-¿Qué está haciendo?
-Quiero pulir una teja para hacer de ella un espejo.
Su discípulo le preguntó si era posible convertir una teja en un espejo y Nangakú le contestó:
-Tú has dicho que estás practicando zazen para convertirte en un buda, pero un buda no siempre es alguien que alcanza la iluminación. Todo el mundo es un buda, haya alcanzado o no la iluminación.
Basó le dijo:
-Quiero convertirme en un buda por medio de la práctica de sentarse.
Nangakú le respondió:
-Hablas de la práctica de sentarse, pero sentarse no siempre es practicar zazen. Hagas los que hagas será zazen.
Basó se sientió confundido.
-¿Cuál es entonces la práctica adecuada?- le preguntó.
Nangakú le respondió:
-Si un carro no avanza, ¿cuál será la manera adecuada de hacerlo avanzar, pegar al carro o al caballo?
Basó no supo que responder porque aún seguía practicando con la idea de obtener algo.
Nangakú continuó con su explicación. No puedo extenderme en detalles pero en resumen le dijo:
-Intentar averiguar qué es lo más adecuado –si pegar al caballo o al carro – es un error, porque el carro y el caballo no son dos cosas distintas, sino una sola.
Shunryu Suzuki
     La práctica y la iluminación son una sola cosa, al igual que el carro y el caballo. En realidad si hacéis una verdadera práctica física, también es la iluminación. En nuestra tradición la práctica basada en la iluminación se llama “la práctica real sin fin” y la iluminación que se inicia con la práctica y es uno con ella se llama “la iluminación sin inicio”. Si alguien empieza a practicar, la iluminación está presente, y donde haya la iluminación, habrá también la práctica. Sin práctica no hay iluminación. Si en el lugar donde ahora estáis no sois conscientes de vuestra propia posición, no estaréis practicando la vía. Si sacrificáis vuestra práctica presente por algún futuro logro, estaréis perdiendo el tiempo. No será la verdadera práctica.
Sekito fue también un discípulo directo del Sexto Patriarca y conocía muy bien la práctica de éste.  Cuando Katakú Jinné y sus discípulos empezaron a denunciar la escuela del Norte de Jinshu, a Sekito no le gustó que se apegaran a una idea sin comprender lo que era en realidad la práctica. Cinco siglos más tarde Dogén Zenjí seguiría difundiendo la comprensión de Sekito en Japón. No sólo la desarrolló de manera lógica, sino que además lo hizo de una forma más amplia y poética, y con más sentimiento, con su tenaz mente racional.
    Hay quien dice que el Sandokai no es un buen poema porque es demasiado filosófico. Tal vez sea así si no se comprende el trasfondo de las enseñanzas de Sekito y si la mente de uno no penetra sus palabras. En nuestra tradición decimos que “hay que leer el reverso del papel”, no sólo los caracteres impresos, sino el otro lado de la página. Es importante comprender el Sandokai de Sekito de ese modo".