17 mar 2010

Videos Técnicos

Aikido Urrutia Dojo Nage: Urrutia, Nicolás (3er. dan) Uke: Piscitelli, Santiago

13 mar 2010

Entrevista a Seishiro Endo Sensei

Seishiro Endo es un profesor japonés de Aikido y Aikikai Hombu Dojo Shihan, que actualmente es 8º dan. Nació en Nagano y estudió en el Aikikai Hombu Dojo desde 1964. Actualmente Endo Sensei da clases regulares en el Hombu Dojo y en la Universidad Gakushuin Dojo, Tokio. También ofrece numerosos seminarios en varios dojos por Japón, Europa y Norteamérica.

(…)

P: Tengo entendido que experimentó un gran cambio cuando entró en sus 30.

S.E: Cuando tenía exactamente 30 años me disloqué el hombro derecho. Este acontecimiento desencadenó un giro en mi modo de acercarme al Aikido. Estando en esas condiciones, Seigo Yamaguchi me dijo: “Ud. estuvo practicando Aikido por 10 años, pero ahora sólo tiene su brazo izquierdo…qué va Ud. A hacer?”.

Hasta ese momento yo no había practicado mucho con Yamaguchi Sensei, pero después de su comentario decidí ir a sus clases tantas veces como pudiera. Yo empezaba a darme cuenta de cuanto dependía de mi fuerza en los hombros y los brazos; y me había preguntado si era posible continuar con Aikido en esa forma. Con tales cosas en mente, la pregunta de Yamaguchi fue el empujón que me faltaba para acceder a mi próximo nivel de práctica. Aproveché esta oportunidad para cambiar en 180 grados mi forma de acercarme al Aikido.

A todo el mundo le han dicho por lo menos una vez: “Quita la fuerza de tus hombros”. Yamaguchi Sensei también hablaba de practicar Aikido sin la ayuda de la fuerza. Por supuesto es mucho más fácil decirlo que hacerlo. Cuando uno trata de sacar la fuerza de sus hombros a menudo el Ki se va con ella. Se puede hacer también una comparación con el esquí: haciendo todo lo posible por imitar al profesor, uno mejora rápidamente. Pero las cosas comienzan a fallar cuando uno intenta hacerlo por su cuenta. Yo experimenté algo similar en mi intento por librarme de la fuerza. Podía hacerlo cuando Yamaguchi se encontraba por ahí tan pronto se iba, me sentía incapaz. Era muy frustrante y siempre terminaba practicando a mi modo. Luché con este problema cerca de medio año.

Creo que fue Shinran (1173-1263, Fundador de la secta de budismo “Tierra Pura”), quien dijo: “incluso cuando lo que dice mi maestro me parece un error, incluso si me parece que estoy equivocado, tengo absoluta confianza en lo que debo hacer y sigo el camino de mi maestro, incluso si me conduce directamente al infierno.”. Yo pensé: “¿Por qué no?”, si voy a perder mi camino por Yamaguchi Sensei, que así sea. A todo esto Yamaguchi Sensei me había dicho: “Incluso si no entiendes mi palabra, toma lo que digo y hazlo, sólo dale 10 años más o menos…”. Eso fue lo que hice. En vez de tratar de desprenderme de la fuerza (y volver a ella cuando la técnica no funciona), decidí explorar únicamente la forma de la “no fuerza” sin que me importara el resultado.

De todos modos, aunque ya estaba seguro en mi mente, las condiciones de práctica no cambiaron. No tardé en darme cuenta de que mis compañeros de práctica no caían cuando yo trataba de tirarlos sin fuerza. No me quedaba otra alternativa que decirles: “No puedo hacer esta técnica aún, pero ¿puedo pedirte que tomes ukemi de todos modos?”. Era una pregunta inusual para un cuarto Dan y la gente quedaba un poco sorprendida. Así fue como comencé a practicar de este nuevo modo, teniendo especial cuidado de no frustrarme o irritarme porque sabía que eso me llevaría directo hacia la fuerza.

Mientras Yamaguchi Sensei me tiraba, murmuraba cosas como: “Cuanto más dejes ir tu fuerza, más se concentrará tu Ki.” o “Concentra tu fuerza en el bajo vientre.”. Yo trataba de prestar atención a lo que hacía cuando tomaba ukemi y creo que después de algunos años comencé a darme cuenta de lo que hablaba y de lo que hacía.

Sabía que finalmente había encontrado una forma de práctica para mí. Desde entonces trabajé en una técnica por vez exclusivamente. Por ejemplo no hacía nada más que Ikkyo (Shomenuchi) por medio año. Entrenando de este modo comprendí profundamente cada técnica. Me ayudó a darme cuenta que debía encarar cada técnica, en cada diferente situación, y también del principio básico de cada técnica (que se puede aplicar a otras). En aquellos tiempos cuando enseñaba, solía decir cosas como: “Obsérvense atentamente y sientan qué están haciendo” o “sientan a su compañero y observen la relación entre Ud. y él”. Por “Ud.” yo quería decir estado mental y balance físico, así como la relación entre ambos. Hay una expresión: “Mente, técnica y cuerpo son uno sólo.”. Cuando la mente está en desorden, al cuerpo le es imposible moverse efectiva y eficientemente. Del mismo modo un cuerpo fuera de balance, puede agitar la mente al punto tal que le es imposible comprender la relación que hay entre uno y el compañero, relación que en definitiva indica qué técnica corresponde. Una vez hecho el contacto inicial (Aiki), moviendo el cuerpo adecuadamente (Taisabaki) y desequilibrando al compañero (Kusushi), es imprescindible percibir qué técnica es la que surge espontáneamente de la relación entre uno y el compañero. O´Sensei hablaba de: “Hacerse uno con el cosmos” o “Ser uno con la naturaleza”. Una forma de interpretar esto es intentar de no forzar la técnica de acuerdo con nuestra propia y única voluntad, no insistir en completar la técnica que uno ha elegido; deberíamos en cambio, percibir la técnica que surge naturalmente. Nosotros practicamos Aikido yendo a través de las técnicas una por una, repitiendo lo que nuestro profesor nos muestra. Eso significa que debemos hacer esa técnica en particular sin importar lo que suceda (incluso si implica un grado de esfuerzo excesivo), en otras palabras, incluso si involucro movimientos que no surgen naturalmente.

Es importante ser capaz de observarse a uno mismo para reconocer ese esfuerzo innatural como tal. Se necesita ser lo suficientemente perceptivo y objetivo para decirnos a nosotros mismos cosas como: “La técnica estuvo bien pero el encuentro (Aiki) con mi compañero no está funcionando”. Es importante chequearse constantemente y vigilar la conciencia de si los movimientos son o no naturales.

Fue después de que comenzara a entrenar sin fuerza, que pude cambiar inmediatamente la técnica que estuviera haciendo a otra. Esto es lógico porque a menos esfuerzo empleado, más fácil es cambiar a otra cosa.

Practicando de esta manera recordé las palabras de O´Sensei: “Cuando es así tu haces esto, cuando es de esta forma haces esto otro…”. El nunca hacía lo mismo dos veces. Yo pensé: “Creo que sé a que se refiere”. Con esta clase de perspectiva, nunca se utiliza demasiada fuerza, porque cada uno cambia a otra cosa según se necesite.

Imagine un río con rocas en él. Cuando el agua se encuentra con rocas pequeñas, fluye sobre ellas. Cuando se encuentra con rocas más grandes, fluye alrededor de ellas. Incluso si se contiene su cause, el agua no se detiene, y en realidad su energía potencial sigue allí arremolinándose y acumulándose detrás de la presa, tratando de quebrarla o rebalsarla.

Aikido es igual, no es un “camino de vida” si uno limita el encuentro a una técnica en particular. Es importante ser capaz de cambiar y hacer otra cosa apenas las condiciones cambian, y suspender lo que uno está haciendo para obtener el efecto deseado.

No se trata de fluir hacia algo diferente cuando uno se encuentra bloqueado, es también necesario investigar como “ahorrar energía”. Además todos tenemos posibilidades sin desarrollar, por lo tanto deberíamos pensar como sacarlas a relucir aplicando aquella energía latente.

En el “Tora no Maki”, una obra que según se dice contiene los secretos más profundos de las artes marciales y la estrategia, se comenta: “Lo que llega es recibido, lo que se va, es enviado en esa dirección; lo que está en oposiciones, armonizado. Cinco y cinco es diez, dos y ocho es diez, uno y nueve es diez. De esta manera las cosas deberían armonizarse. Distinguir apariencia de realidad, comprendiendo el propósito verdadero y la estrategia oculta; conocer la potencialidad inadvertida y las implicaciones escondidas. Comprender tanto el plan general como así también prestar atención a los detalles y particularidades tanto como sea necesario. Cuando uno se encuentra frente a una situación de vida o muerte responder a los cambios que tiene lugar y enfrentar la situación con la mente libre de agitación”. Este corto pasaje me proveyó de un vasto alimento para mis pensamientos.

P: ¿Esas palabras pueden ser aplicadas tanto al Aikido como a la vida en general?

S.E: Exacto nosotros aprendemos tales cosas a través de la práctica, pero en realidad la mayoría de nosotros pasa más tiempo fuera del dojo que en él, por lo tanto sería extraño no darse cuenta de que lo que aprendemos en el dojo es extensivo a otros aspectos de la vida.

No es del todo apropiado hablar de ganar o perder cuando se habla de Aikido, pero la mejor victoria es, creo, cuando se logra armonía con el oponente y ambos sienten esa armonía.

Desde mi punto de vista la mejor técnica es aquella en que no se experimentan por parte de los practicantes sentimientos como ser derrotado o ser vencedor, sino el de un ”encuentro exitoso”. Este encuentro existe incluso si sólo sucede una vez en un millón. Nuestra meta es hacer que ocurra una vez en medio millón, una vez en cien mil. Que esto ocurra dependerá de que tan seriamente una persona aborde su entrenamiento. Para mi esto es muy importante, sentir la relación con su compañero. Cuando determinada técnica se vuelve perfecta, sólo es perfecta en ese momento; cuando el encuentro entre uno y el compañero fue defectuoso, una técnica no puede volverse perfecta. Cuando esto sucede uno no debería evitarlo, sino aceptar la imperfección y considerar como se puede aprovechar lo que tiene. En otras palabras tratar de lograr lo mejor de la relación.

P: Cree Ud. que Ki no Nagare (El fluir del Ki o técnicas fluidas) es un elemento importante en el Aikido?

S.E: Si Ud. se refiere a técnicas antes de que me agarren o proyectar a mi oponente sin tocarlo, la respuesta es no, eso no es parte de mi Aikido. Cuando yo hablo de deshacerse de la fuerza no estoy hablando solamente de deslizarse suavemente en la técnica justo cuando se produce el agarre. Yo me refiero a algo que no es sólo físico, algo que tiene que ver tanto con la mente como con el espíritu, además de con el cuerpo. Los movimientos suaves no pueden ser efectivos si la mente no está tranquila o uno no la puede usar en forma efectiva.

Por ejemplo, yo digo a menudo durante la práctica que cuando el compañero agarra fuertemente lo primero que hay que hacer es concentrarse mentalmente en poner todo su ser dentro del agarre. Cuanto más fuerte el agarre, más profundo uno entra en él. No es correcto tratar de hacer la técnica solamente con los dedos, la muñeca o el brazo. Uno debe tomar el centro del compañero con el propio, una clase de interacción que de forma natural permite sentir la dirección de la fuerza y energía del compañero. Un practicante europeo me dijo una vez: “Muchos Shihan están diciendo siempre que no use la fuerza, pero luego parece que ellos ponen mucha fuerza en sus técnicas. Ud. es el único que hace la técnica sin usar ningún tipo de fuerza aparente”. Me sentí satisfecho de escuchar esto porque confirma que mi forma de encarar el Aikido no es equivocada. (…)

Si la práctica de Aikido fuera solamente practicar la forma (Kata) entonces uno debería hacer una técnica correcta y el compañero tomar ukemi. Pero la forma de Aikido no siempre es suficiente. Tratando de hacer cualquier técnica puede uno encontrarse haciendo un esfuerzo excesivo. Cuando uno se ve haciendo esto, hay una oportunidad de dar un paso atrás y preguntarse qué está fallando. El problema está en cómo se llevó a cabo el encuentro inicial. ¿Está uno desequilibrando correctamente al compañero?¿Se maneja un timing y una distancia correcta? ¿Se utiliza correctamente la respiración (Kokyu no Ryu)? ¿Hay algún problema con el método en general? Uno de los objetivos de la práctica en general es tratar de darse cuenta que está haciendo uno mal y planear que hacer al respecto.

El primer paso es, por supuesto, ser capaz de reconocer (o sentir) cuando uno se topó con una limitación. Ser incapaz de reconocer cuando uno involucró excesivo esfuerzo (es decir estar tan apegado que uno no puede hacer otra cosa) es una mentalidad rígida que no es diferente del mero “esperar la muerte”, no hay evolución ni progreso.

Estoy hablando de la importancia de varios conceptos distinto como “Mutabilidad” (Henka), “Fluir” (Nagare) y evitar el esfuerzo excesivo, pero todo esto habla de algo más profundo.

NR: Entrevista publicada en www.aikidovalencia.es