29 may 2010

Videos Técnicos

Aikido Urrutia Dojo - Nage: Urrutia, Nicolás (3er. dan) Uke: Canduci, Eliana (1er. Dan)

26 may 2010

"Aikido: The way of Harmony"

El siguiente capítulo fue extraído del libro “Aikido:The way of Harmony”, escrito por John Stevens bajo la dirección de Shirata Rinjiro, 9no. Dan Aikikai (1912 -1993).
El corazón del Aikido
El desarrollo de las técnicas demandó miles de horas, pero muchas más se emplearon en lidiar con los grandes temas de la existencia humana, y tratar al Aikido como un Arte Marcial sólo comprometido con proyecciones, giros y golpes –cualidades que pueden adquirirse mediante cualquier sistema de autodefensa- es un insulto a la dedicación que su Fundador otorgó a la cuestión espiritual a lo largo de toda su vida. Sin embargo, el mensaje especial del Fundador no puede ser asimilado rápidamente. Él tomó ideas libremente para expresar su visión única, sus charlas eran una fusión de frases del Budismo esotérico, oscuros mitos Shinto y doctrinas crípticas de la Omoto Kyo. Nadie, incluido el Fundador, jamás se atribuyó el poder de entender estas ideas completamente, y en una ocasión él señaló: “Las palabras y los escritos jamás describen adecuadamente al Aikido; su significado se revela solamente a aquellos que se iluminan a través del arduo entrenamiento”. Shirata Sensei dice que aunque al principio estuvo totalmente confundido por las explicaciones del Fundador, a través de los años éstas comenzaron a tener sentido. Lo que sigue a continuación es un resumen de Shirata Sensei acerca de los puntos claves de la filosofía religiosa del Fundador. Aikido posee su propia cosmología. Las palabras aiki, kami y takemusu, son términos antiguos, pero el Fundador las reinterpretó a la luz de su profunda sabiduría. Ki es la energía primaria que surge del vacío. A través de ai-ki, la unión del ki positivo y ki negativo (Yin y Yang) se ponen de manifiesto múltiples formas de fenómenos. Aiki, la fuente y sustancia de la vida es Kami, lo Divino. Originariamente, esta palabra se expresaba con el ideograma de ka (fuego) simbolizando el espíritu, y mi (agua) la materia. De la confluencia de estos dos elementos resultó la aparición del mundo material. Kami funciona como iki (kokyu), el aliento de la vida. De iki surge kotodama, “Vibraciones Divinas” de la palabra y de la forma. A estas dos fuerzas procreativas, el Fundador añadió una tercera, takemusu, “el valor de la esencia viva”. Take (vigor marcial) también se lo pronuncia bu (como en budo) es la actitud incansable; musu es musubi, el poder de la mutabilidad. La gran percepción del universo del Fundador, es “Takemusu Aiki”. En su mayor nivel Takemusu Aiki puede ser interpretado de este modo: “Bu nació de Aiki”; Bu le dio vida a Aiki; en la perspectiva humana “Yo nací de mis padres”; “Yo di nacimiento a mis padres”. Esto es decir “Yo soy Aiki; yo soy el universo”. En términos más concretos: Aiki se aplica en principio para armonizar las tres funciones de cuerpo, mente y ki. Luego de esto usamos aiki para fundir nuestros movimientos con los de nuestro compañero cuando realizamos las técnicas. En este caso, aiki es a-i-ki, representados por un triángulo, un círculo y un cuadrado, los patrones básicos de la creación. Los movimientos en Aikido siguen estos patrones, por ejemplo: posición triangular, entrada circular, control cuadrado (debe recordarse que las técnicas no son aiki; sino que aiki opera a través de las técnicas). Una vez que se ha alcanzado esta armonía- lo que no es tarea fácil- es necesario que nos pongamos en consonancia con el entorno, ajustándonos naturalmente a sus cambios (es por ésto que los dojos en Japón nunca están refrigerados o calefaccionados). En forma gradual e imperceptible nos fundimos con el universo, incorporando su dinamismo como nuestro. Este proceso completo es Kimusubi, incorporando ki para promover la vida. Aiki unifica el cuerpo y mente propios y de los otros, materia y espíritu, hombre y universo. En sus últimos años, el Fundador sugirió que “ai”, (armonía) debía ser reemplazado por “ai” (Amor) ya que el amor es la forma más elevada de la armonía; nutre todas las cosas y seres y les da plenitud. “El Amor es la deidad guardiana de los seres; sin amor nada puede florecer. La vía de Aiki es una expresión de amor. El amor no odia, el amor no tiene nada que se le oponga. El Amor es la esencia de Dios”. Kami-sama, Dios, era la frase que el Fundador usaba para representar lo Absoluto, el Espíritu Universal de Amor y Armonía. Hito, la palabra japonesa para ser humano, está compuesta de hi, la llama de la vida, y de to que es el vehículo temporal al que llamamos cuerpo. El ka de kami y el hi de hito se representa con el mismo ideograma: si no hay kami, no hay hito y viceversa. Es por esto que el Fundador insistió en que “un ser humano es la criatura de Dios, un santuario viviente de lo Divino”. Aiki Okami, “El Gran espíritu de Aiki”, es el símbolo supremo de los ideales que el Fundador estimó como el más elevado. A través de la práctica devota de las técnicas de Aikido – funciones de lo Divino- es posible progresar hacia el estado de exaltación. Aún nosotros mismos podemos volvernos kami, un ser humano perfecto. Un kami no es una clase de creatura sobrenatural, sino un individuo que ha descubierto su verdadera naturaleza –el universo en sí mismo– a través del esfuerzo constante. “Aikido es la vía de Dios; estableciendo el poder de Aiki se construye la fuerza de la acción divina”. El poder de la acción divina no es otro que Takemusu Aiki. Hasta aquí take se refiere a la ley de la jungla: “Si no lo mato, me mata”. Tal actitud es contraria a la supervivencia de la humanidad. El Fundador comprendió que take no es para destrucción y muerte, sino para vida y luz. La intensidad y determinación mental del guerrero deben encausarse hacia un propósito más elevado: “la restauración de la armonía, la preservación de la paz, y la protección de todos los seres”. Shirata Sensei cree que el Fundador fue un mensajero divino enviado aquí para alertarnos, como seres humanos limitados que somos, acerca de la inutilidad de declararnos guerras y matarnos unos a otros. “Aiki no es un arte para dañar a otros; es para la unificación del mundo y la reunión de todas las razas dentro de una gran familia”. Por sobre todo Aikido es misogi, La Gran Vía de Purificación. Desde que se nos otorga la vida somos divinos, pero debido a las imperfecciones y pensamientos de base, nuestra verdadera naturaleza está oscurecida. En vez de usar el agua para lavar impurezas, nosotros usamos las técnicas de Aikido: cada corte de sable, cada golpe de jo, todo movimiento del cuerpo es un acto de expulsar al demonio y limpiar el corazón. Misogi es el proceso de quitar la maldad, purgando el cuerpo de desvíos, y puliendo el espíritu. A medida que las capas de vulgaridad y corrupción se van desgastando, nuestra inmaculada luz interior alumbra más y más brillante*. El legado espiritual del Fundador, cómo vivir en divina armonía con el mundo y todos sus habitantes, llenos de indomable poder y amor creativo, debe ser nuestra sincera búsqueda en cada entrenamiento de Aikido.

*Aunque el Aikido es a veces considerado como “Zen en movimiento”, queda claro de lo arriba expuesto que está mucho más profundamente enraizado en el Shintoismo que en el Budismo Zen. En contra de la creencia popular, el Fundador nunca estudió ni practicó formalmente Zen y raramente lo mencionó en sus conferencias. Daisetz Teitaro Suzuki , que conoció muy bien al fundador, considera al Aikido como una forma de “Iluminación Oriental” expresada en una forma tradicional de actividad Japonesa. Zen y Aikido son originarios de la misma fuente, por lo tanto sus principios son esencialmente paralelos. No obstante, algunos aspectos son completamente diferentes y no debe hacerse ningún intento de combinar artificialmente ambas disciplinas.

Agradecemos a Juan Alberto Urrutia y a Celina Grandi por la traducción.