
“No hay discordia alguna en la verdad absoluta de la
naturaleza, pero sí existe discordia en el reino de la verdad relativa. El
Aikido se halla en armonía con la naturaleza.
En la mayor parte de las Artes Marciales el enemigo está
frente a nosotros y el entrenamiento lleva al aprendizaje de cómo derrotarle.
En el Aikido la intención no es conquistar al enemigo, sino conquistarse a sí
mismo. Esta es la razón por la cual se dice que el Aikido ha saltado hacia
adelante desde el arte físico, material, belicoso, a un arte marcial
espiritual.
El Cielo y la Tierra son todo uno. Llegar a dominar
cualquiera de las artes marciales implica obediencia a las leyes absolutas del
Cielo y la Tierra o de la Naturaleza. Si usted se halla en condiciones de comprender
realmente y obedecer a las leyes de la Naturaleza y cumplir con sus dictados se
hará parte integral de ella y quienquiera le ataque estará atacando a la
Naturaleza misma. Nadie puede intentar, con éxito, prevalecer sobre las leyes
de la Naturaleza. Derrotar un oponente es siempre una victoria relativa.
Llegará indefectiblemente el día en que el vencedor de hoy
será el derrotado de mañana. Conviértase entonces en parte de la naturaleza;
esfuércese para crecer el ella y dentro de ella. Los sabios del ayer decían:
“No acuses ni odies a los demás. Sólo teme tu propia falta de sinceridad”. En
el Aikido no busque la fuerza sino la justicia, no la victoria sobre un
enemigo, sino sobre usted mismo a través de los principios correctos.
Esto no cesará mientras la humanidad siga convencida de que
este mundo es de lucha incesante y quienquiera rehúse luchar debe perder la
estimación de los demás. Si todos nosotros deseamos sinceramente la paz
mundial, cada uno debe nutrir dentro de sí mismo el espíritu de no agresión…
El Aikido no es meramente un arte de defensa propia: en sus
técnicas y movimientos se hallan entretejidos elementos de filosofía natural,
psicología y dinámica. A medida que usted aprenda las diversas artes, al mismo
tiempo su mente recibirá entrenamiento, mejorará su salud corporal y
desarrollará una indestructible confianza en sí mismo.
En guardia contra el falso orgullo. Sepa que se origina
por un pensamiento superficial y el compromiso adquirido a bajo precio con sus
propios ideales superiores, aunque la Naturaleza no conoce límites.
Las artes
marciales comienzan con la cortesía y terminan con igual cortesía, no sólo en
la forma, sino también en el corazón y el espíritu. No debe criticarse ninguna
de las otras artes marciales. Hable ofensivamente de los demás y seguramente lo
ofensivo retornará a usted. La montaña no se burla del río porque éste corre
por debajo, ni el río injuria a la montaña porque ésta no puede moverse.
El Aikido se esfuerza verdaderamente en llegar a
comprender los mecanismos de la Naturaleza, agradecer sus maravillosos
presentes para todos nosotros, hacer de su corazón uno sólo con el de ella y
finalmente aunarse a ella. Este esfuerzo para lo comprensión y aplicación
práctica de las leyes de la Naturaleza, expresado en las sílabas Ai y Ki forman
el concepto fundamental del arte del Aikido".